¿Qué es el acoso escolar y qué NO lo es?

¿Qué NO es bullying o acoso escolar?

Ante la presencia mediática del acoso escolar como tema de actualidad ocurren dos fenómenos igual de preocupantes:

1- Que todo sea bullying y cualquier pelea entre niños se convierta por parte de los padres y madres en acoso escolar sin serlo.

2- Que se normalice el acoso escolar ante el exceso de información y se le quite importancia a los casos que realmente lo son con frases como: “va, ahora está de moda sacar el tema pero eso es algo que ha existido siempre, son cosas de niños”.

El acoso escolar no es cosa de niños pero tampoco es acoso escolar: no invitar a alguien a casa, una pelea aislada en el patio, pelearse entre grupos, tener un grupo de mejores amigos, pelearse con el mejor amigo, ponerse mote entre todos o ir al cine y no hacer extensiva la invitación a todo el grupo.

¿Qué es exactamente el bullying o acoso escolar?

Para determinar si nos encontramos ante un caso de acoso y violencia escolar, los tres criterios más comúnmente aceptados son:

1- La existencia de una o más de las conductas de violencia en la escuela ya sea psicológica: manipulación, bloqueo, exclusión, coacciones, hostigamiento; o física: agresiones, intimidación, amenazas.

2- La repetición de la estas conductas: no estamos hablando de hechos aislados sino de un tipo de conducta violenta que el niño espera sufrir sistemáticamente todos los días dentro del entorno escolar.

3- La duración en el tiempo del proceso de acoso con el establecimiento de un proceso de indefensión que va a ir minando la resistencia del niño y afectando significativamente a todos los órdenes de su vida (académico, afectivo-emocional, social y familiar). Podemos estar hablando de años de acoso escolar continuado en los que la víctima va a entrar en un bucle de impotencia.

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El acoso escolar se da porque un acto puntual violento ya sea físico o psicológico no ha tenido consecuencias y se ha repetido convirtiéndose, así, en una práctica habitual. Normalmente esos hechos puntuales, cuando se analizan, vienen precedidos de otros hechos puntuales que se han ido repitiendo en el tiempo y configuran un patrón. Ese niño o niña al que le han dado una paliza, antes, había recibido amenazas, burlas, insultos y exclusión social ante la mirada cómplice de espectadores.

Frente a la violencia física y las agresiones, que dejan huellas externas en los niños, la violencia psicológica pasa mucho más desapercibida a pesar de que hiere más intensa y más prolongadamente a sus víctimas. Y es en esta violencia psicológica, que supone un 90% de los actos de acoso escolar, donde hay que poner la mirada y los esfuerzos para prevenirla y detenerla porque, muchas veces, es tan invisible y los acciones son tan sutiles que es muy difícil detectarla.

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En las generaciones pasadas los propios maestros aplicaban castigos físicos, con lo cual a nadie le extrañaba que luego en el recreo a alguien le dieran collejas, patadas, puñetazos o incluso una paliza. La violencia física es muy escandalosa, se ve enseguida y la sociedad tiende a rechazarla con contundencia. Pero la invisible, la violencia psicológica crece a pasos agigantados y al no percibirla con tanta claridad, tendemos a mirar hacia otro lado. Los casos de violencia física son los que trascienden pero son muy puntuales. La violencia psicológica y la de exclusión social son mucho más habituales y son las que acabarán lesionando a la víctima mucho más que la física.

Estas y otras explicaciones se recogen en el libro “Yo también sufrí bullying” del actor Nacho Guerreros y la periodista Sara Brun y en el que KAMIRA ha participado por su experiencia en su trabajo diarios con niño, niñas y adolescentes.

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