Cuando quitar el móvil a tu hijo o hija puede acabar en denuncia
Es habitual en los hogares de todo el mundo que se dé la siguiente escena: tu hijo o hija está viendo la tele o jugando con el móvil pero tiene que irse a la cama o ponerse a estudiar. Los padres empiezan concediéndole diez minutos más, pero cuando pasa ese tiempo para ellos no ha pasado en realidad por lo que siguen enganchados, se les vuelve a advertir sin que produzca ningún efecto y así en un bucle sin fin en el que el tono de la madre y el padre va subiendo sin conseguir que hagan lo que se les está pidiendo. Finalmente, y ya de manera no tan amable, los padres acaban apagando la tele o quitándole el móvil de las manos. Enhorabuena si tienes unos hijos que han obedecido a la primera; aunque lo habitual es que se pongan a gritarte de tal forma que te cuesta reconocer a tu dulce retoño y solo porque les has estropeado la partida que, casualmente, siempre están a punto de ganar. Puede haber gritos, enfados e incluso que te den un manotazo e intenten recuperar el aparato del demonio. El castigo por este comportamiento hace mucho ya que dejó de surtir efecto, si es alguna vez lo hizo, y tu hijo se comporta como lo que son los niños en muchas ocasiones, como un tirano y es que tenemos que tener en cuenta que los niños y niñas desde muy temprana edad, los tres años, saben negociar y tú debes aprender a hacerlo con constancia. No vale un castigo un día por una mala acción y que el día que la repita no haya consecuencia alguna. Lo niños aprenden por repetición: lo bueno y lo malo.
Claro que la situación descrita en el párrafo anterior parece un bálsamo de paz si la comparamos con la noticia que saltó a los medios no hace ni una semana.
María Angustias H. H., una madre de familia residente en El Ejido, quitó el móvil de las manos a su hijo de 15 años para que este se pusiera de una vez por todas a estudiar. Hasta aquí, una escena común y cotidiana en muchos hogares con adolescentes y en la que pueden reconocerse miles de padres y madres. Lo que no es tan habitual es que, acto seguido, el menor, interpusiera una denuncia ante la Guardia Civil y que la Fiscalía calificara los hechos procesales como constitutivos de un delito de malos tratos en el ámbito doméstico y pidiera para la mujer nueve meses de prisión y el pago de las costas. Menos mal que el magistrado consideró que la madre actuó correctamente y la absolvió. ¿Será consciente el adolescente de las consecuencias de sus actos?
Asusta pensar que los menores puedan llegar a esos extremos solo porque les has quitado el movil y los has obligado a ponerse a estudiar.
Lo que está claro es que los niños, niñas y adolescentes cada vez tienen menos tolerancia a la frustracción y también que esto es consecuencia de una educación en casa más permisiva.
La relación de los menores con sus progenitores ha cambiado en los últimos años en los siguientes aspectos, repercutiendo así en la manera en la que los niños y niñas están en el mundo y en el respeto que estos muestran hacia los adultos de su entorno:
1- El tiempo que se pasa con los hijos es menor debido muchas veces a que los dos progenitores trabajan.
2- Al ser menor, se intenta que sea perfecto por lo que los conflictos y su resolución se aplazan para otro día.
3- Si los niños o niñas hacen algo mal que debe ser corregido, se sanciona un día pero no al otro. Hay una falta de constancia en el tiempo sobre la educación de qué es lo correcto y lo que no, por lo que los menores no llegan a saber si algo está mal siempre o solo a ratos.
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