Qué vienen los Reyes Magos!, ¿o no?
Hay un momento en los niños y niñas, que todavía pertenece a la infancia, que cambiará su percepción del mundo para siempre. Este es el momento en el que no solo escuchan por primera vez que los reyes son los padres sino que además lo asimilan. Es un momento que los adultos que estamos a su alrededor contemplamos con pena porque no hay vuelta atrás. Ya no hay magia sobrehumana y poco a poco empiezan a ver, como si de un buen thriller se tratara, todas aquellas acciones que intentábamos ocultarles, a veces con muy poco disimulo, y que les pasaban inadvertidas.
Con un guiño y delante de ellos apartábamos el juguete que habían elegido en la tienda y le decíamos a la dependienta en voz bien alta que luego vendrían los reyes a recogerlos. Les hablábamos de pinzón, ese pájaro chivato que observaba su comportamiento para luego ir a contárselo a los reyes. Cualquier pájaro nos venía bien. Ahora pinzón se ha vuelta más sofisticado. Con la incorporación en las familias de las nuevas tecnologías directamente Papa Nöel, el Olentzero o sus propias majestades los Reyes de Oriente pueden enviarle un mensaje personalizado a nuestros hijos recordándoles que tienen que portarse bien o si no, no habrá regalos. El siempre manido premio y castigo navideño al alcance de un clic en una aplicación.
No recuerdo muy bien si mi paso a semejante descubrimiento fue algo traumático, ni siquiera lo recuerdo para ser sincera. Quizás, y solo quizás, se deba en parte a que la decepción porque los reyes sean los padres está revestida del primer misterio de nuestras vidas resuelto. En un mismo grupo de niños y niñas que sean amigos o compañeros de clase, habrá quienes lo sepan antes que otros, y entonces empezará a correr el rumor, las dudas, la incredulidad, los cotilleos entre ellos. Por fin tienen una gran aventura que resolver en pandilla.
A los adultos nos tocará
decidir si les contamos la verdad completa o todavía nos queda un resquicio de magia de la que tirar y decirles que en realidad los reyes sí existen pero que están tan cansados y como no pueden llegar a todos los sitios a la vez, los padres les prestan ayuda.
Sea cuál sea la decisión que tomemos, más vale que todos los adultos que rodean al pequeño se pongan de acuerdo porque seguramente la pregunta les caerá a cada uno de ellos hasta que den con una respuesta que les satisfaga.
Es increíble como la inocencia puede ser tan perfecta que no nos haga plantearnos, cuando somos pequeños, como tres personas pueden estar al mismo tiempo en todos los sitios a la vez y visitar a todos los niños. Creer en la magia es fácil durante la infancia. Aunque estaría bien, al descubrirlo, que los padres hicieran hincapié en lo afortunados que son al tener regalos; porque hay muchos niños que reciben bastantes menos y algunos incluso ninguno. Esta realidad es la que hace desaparecer la magia del todo.
Si lo pensamos bien, todas estas figuras generosas con sus sacos llenos de regalos existen como tales solo entre los 4 y los 12 años, si somos afortunados. Un niño o una niña de 3 años no sabe quiénes son en realidad, tiende a confundir sus nombres y aunque coloque y descoloque a los reyes del Portal de Belén diez veces al día no relacionan a estos señores con nada extraordinario.
Si durante seis o siete años, el axioma absoluto ha sido que el Olentzero, Papa Noël y los Reyes Magos existían, deshacer esta verdad les va a costar. Asimilar que los inmortales reyes son mortales disfrazados es algo que no se procesa de la noche a la mañana y por eso hay niños que pueden estar dos años todavía dudando, que lo saben pero no quieren creerlo y llegando estas fiestas, y por si acaso, no sacan el tema.
La ilusión y la magia no deberían desaparecer nunca de nuestras vidas y mientras tanto dediquémonos a escribir cartas a los reyes, las pocas cartas que se escriben todavía a mano con papel, lápiz y el ordenador apagado.
